El Tío Noble

 El Tío Noble


En la memoria, noble y serena,
mi tío vive en cada recuerdo.
Perdonando siempre, sin importa sendero,
su amor eterno, luz que nunca frena.

A todos, su apoyo siempre buena
en conflictos, al paz se conduce. 
Su risa, en la aflicción reduce,
sus lágrimas, muestra su gran belleza. 

Con un enfermo, muestra entereza, 
cuidando con amor, con tan certeza. 
Pacificador, al bueno conduce,
Su corazón es dificil que reproduce.

En memoria de el, su amor es riqueza, 
un legado eterno que nos luce.



el poema arriba fue hecha basado en las palabras de su sobrina Fabiola.

Mi tío era la persona más noble que conocí. Siempre perdonaba a todos, sin importar las circunstancias. A pesar de la separación de mis papás, él siempre estuvo al pendiente de mi papá, lo quiso mucho y siempre expresó su agradecimiento hacia él. Decía que mi papá lo llevaba a pasear cuando era niño, y por eso, le estaba agradecido. Ese cariño se reflejaba en cómo me cuidaba desde que era pequeña. Recuerdo cuando fuimos a Mazatlán en tren; él siempre estaba detrás de mí, cuidándome mientras yo corría por todo el vagón. Era el tío más divertido, con un sentido del humor increíble que siempre nos hacía reír.

Además, era muy sensible, igual que tú. Lloraba viendo películas tristes o cuando enfrentábamos problemas; él lloraba junto a nosotros, compartiendo nuestras penas. Cuando enfermaste de COVID, Justin, él llamaba todos los días para saber cómo estabas, siempre preocupado por los demás. Cuando mi tía Chely enfermó, él se encargó de llevar comida o lo que necesitara, mostrando su inmenso amor y compasión hacia todos.

También era el pacificador de la familia, siempre intentando poner paz cuando surgía algún conflicto. Era el primero en llamar para tratar de resolver las cosas. Su nobleza era tal que nunca guardaba rencor a nadie, y eso siempre lo admiré en él. Lo quise como a un segundo padre; muchas veces me desahogaba con él, y con su sentido del humor y su gran comprensión, me devolvía la alegría.

Amaba el cine, y cada vez que veía una buena película, me llamaba o me mandaba un mensaje para compartirla. Las películas y series siempre eran un tema recurrente en nuestras conversaciones. También amaba la música. Cada vez que íbamos a México, se llenaba de alegría, y nunca faltaba la invitación para comer en su casa. Antes de llegar, ya quería saber qué queríamos comer porque siempre nos consentía con los platillos que más nos gustaban, como mi mole verde o rojo, o los taquitos estilo mi abuelita.

Todos estos recuerdos y muchos más de mi querido gordito, quien ha dejado una gran huella y un ejemplo de amor y nobleza que nunca olvidaré.

Comments

Popular posts from this blog

Grandpa Warren Reese Peters Sr

Pipo, el Chamaco Inalcanzable

Aunt Claudia Hyland